La máxima especialización equivale a la máxima incultura. – José Ortega y Gasset
La especialización es uno de los pilares del desarrollo profesional y de la construcción de la marca personal pero, ¿nos hemos preguntado hasta qué punto es positiva? En la entrada anterior hablaba de la interdisciplinariedad de los grandes personajes del renacimiento, hombres curiosos, sin límites, y cómo esta interdisciplinariedad se puede convertir en un factor diferenciador. No es bueno cruzarse con personas con las que no se encuentra mucho de qué hablar, y esto pasa cuando el enfoque tan específico los hace incultos. Esta entrada está ahondada en citas, ya verán el porqué.
“El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje.” – William Shakespeare. El aprendizaje incluye desde que abrimos los ojos, nos preparamos para un nuevo día, nos transportamos, hasta cuando dormimos y ¿por qué no? Cuando estudiamos, ya sea una carrera profesional o un posgrado.
Las oportunidades de aprendizaje son prácticamente incontables; muchas las pasamos inadvertidos, tal vez por la miopía que tenemos para identificarlas en nuestra vida cotidiana. Estas oportunidades pueden estar cargadas a su vez de altos grados de dificultad: temas que uno nunca ha tocado en la vida, letales cambios de paradigma que nos dejan fuera de base de cara a una realidad que nos enfrenta sin vacilación.
Jean Cocteau decía: “formarse no es nada fácil, pero reformarse lo es menos aún.” Por ejemplo, cuando estamos cometiendo errores de manera inconsciente o cuando estamos alejados de la realidad, “corregirnos” es una empresa tremendamente “odiseíta”. ¿Algún afán? Para qué: “algunas personas nunca aprenden nada, porque todo lo comprenden demasiado pronto.” – Alexander Pope. ¿Algún temor? Entendible, pero “no ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor” – Emerson.
El aprendizaje no tiene tiempo o lugar predefinidos, porque el gran aprendizaje es el propio, muchas veces el que logramos de manera autodidacta, sea por curiosidad o porque en nuestro proyecto formativo nos vamos más allá de lo planeado, estandarizado y planteado por quienes guían nuestro proceso.
Como decía Walter Scott: “La parte más importante de la educación del hombre es aquella que él mismo se da.” Podemos contar con los mejores tutores y estar en el lugar más confortable de especialización pero esto no es suficiente, no es lo más importante. ¿Cómo es eso de un lugar confortable de especialización? Por ejemplo, un ingeniero que haga una maestría en ingeniería o un comunicador que haga una maestría en comunicaciones está en una zona de confort de especialización. Por el contrario, un ingeniero que esté cursando o quiera empezar una maestría en comunicaciones está saliéndose bastante de su zona confort de especialización; está pasándose de interdisciplinariedad, quiere parecerse a un Einstein aprendiendo de música o a un Picasso aprendiendo de matemáticas, al final de cuentas, es un demente para la sociedad, un psicópata de la academia. ¿Muy extremista yo?
Milan Kundera en su Insoportable levedad del ser compara los “estudiados” con los autodidactas: “Lo que diferencia a la persona que ha cursado estudios de un autodidacta no es el nivel de conocimientos, sino cierto grado de vitalidad y confianza en sí mismo.” ¡Cómo no! Si cuando asumimos el compromiso de aprender por cuenta propia entregamos todo, y no nos quedamos a medias tintas en búsqueda ni con temas inconclusos. Es aquí donde defiendo a la más honorable dama del aprendizaje: la curiosidad. Defiendo también las fuentes “no idóneas”, v.g. Wikipedia, porque para empezar no necesariamente tenemos que irnos al mismo texto de siempre que ha pasado de cohorte en cohorte en un curso, que toda una vida lo ha dado el mismo profesor. “No hay que empezar siempre por la noción primera de las cosas que se estudian, sino por aquello que puede facilitar el aprendizaje” – Aristóteles.
No estoy seguro si la inflexibilidad de algunas mentes es culpa de docentes “castradores” de estudiantes inocentes, o si es culpa de los estudiantes: ¿la mente cerrada se hace o la hacen? De algo sí estoy seguro: el aprendizaje es un plato delicioso, que se cocina de múltiples maneras, así como nos plantean el aprendizaje a partir de las inteligencias múltiples y con la interdisciplinariedad como premisa de una persona culta y de mente abierta. Tanto han hablado del aprendizaje, por eso tantas citas.
Y tú, ¿cómo cocinas tu aprendizaje? ¿Cómo lo disfrutas?